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EL MARXISMO FUNDE SUS LAZOS CON LA CLASE OBRERA

Alexander Deineka - ANTES DE BAJAR A LA MINA (1925). Óleo sobre lienzo

9. EL MARXISMO FUNDE SUS LAZOS CON LA CLASE OBRERA

Como vimos previamente, Marx y Engels estuvieron profundamente in­volucrados con los grupos comunistas revolucionarios de la década del 1840. De este modo, llegaron a liderar la Liga de los Comunistas, que era un órgano internacional que unía a revolucionarios de varios países euro­peos. También elaboraron su programa – el Manifiesto Comunista – que adquirió importancia histórica mundial. Sin embargo, en ese momento – en 1848 – la influencia del marxismo aún tenía que llegar a las grandes masas de la clase obrera. La influencia de la Liga de los Comunistas era limitada y consistía principalmente en obreros e intelectuales exiliados. De hecho, en ese momento, el marxismo era sólo una de las muchas tendencias del socialismo.

La Revolución de 1848, que extendió la insurrección a lo largo de todo el continente europeo, fue el primer gran acontecimiento histórico en el cual el marxismo se probó a sí mismo en la práctica. Marx y Engels estaban en Bruselas cuando la Revolución estalló en Francia. El gobierno Belga, por temor a la propagación de la Revolución, expulsó inmediata­mente a Marx de Bruselas y lo obligó a irse a París, donde pronto se unió con Engels. Sin embargo, a medida que la ola revolucionaria se extendió a Alemania, ambos decidieron moverse allí con el fin de participar directa­mente en los acontecimientos revolucionarios.

Allí trataron de consolidar el trabajo de la Liga de los Comunistas y las asociaciones obreras. Crearon un periódico de circulación diaria, la Neue Rheinische Zeitung [Nueva Gaceta Renana], que sirvió como un órgano de difusión de la línea revolucionaria. El periódico tomó una línea de apo­yo a la democracia burguesa radical, ya que el triunfo de la revolución democrático-burguesa era entonces la tarea principal en Alemania. Sin embargo, el periódico sirvió al mismo tiempo como organizador del emergente partido revolucionario del proletariado en Alemania. Marx y Engels incluso trataron de formar un partido obrero de masas mediante la unión de las asociaciones obreras de varias provincias de Alemania. El periódico duró un año. Con el colapso de la revolución en Alemania y en otras partes de Europa, el periódico se vió obligado a cerrar y Marx fue expulsado por el Rey de Prusia. Se retiró a París, pero también tuvo que salir pronto de allí debido a la persecución por parte de las autoridades francesas. Engels continuó luchando como soldado en los ejércitos revolu­cionarios en Alemania hasta el final. Después de la derrota militar escapó y, hacia fines de 1849, se unió a Marx, quien por aquel entonces se había instalado en Londres. Desde ese momento Inglaterra fue su centro, hasta el final de sus vidas.

La derrota de la Revolución de 1848 esparció la confusión entre los re­volucionarios y activistas proletarios de toda Europa. La mayoría de las tendencias dominantes del socialismo no pudieron proporcionar una comprensión adecuada sobre los motivos del curso de los acontecimientos durante la revolución. Fue en ese ambiente en que Marx tomó la tarea de explicar las fuerzas sociales detrás de la victoria inicial y posterior derrota de la Revolución. Dado que Francia era el centro y el principal punto de partida, tanto del ascenso como del declive de la revolución, Marx concentró su análisis en los acontecimientos franceses. Esto lo hizo a través de sus brillantes obras, Las luchas de clases en Francia de 1848 a 1850 y El 18 brumario de Luis Bonaparte. Estos fueron los primeros es­fuerzos de Marx para explicar los acontecimientos históricos actuales por medio de la concepción materialista de la historia. Analizó con toda cla­ridad las fuerzas de clase detrás de cada una de las grandes vueltas y giros en la revolución. Entregó con ello la posición de clase para la táctica revolucionaria del proletariado. Al exponer el papel de distintas clases en las distintas etapas, mostró quienes eran los amigos y enemigos de la revolución y, por consiguiente, la manera en que el proletariado debía abordar a cada una de ellas.

En el período siguiente, Marx continuó sus escritos sobre todos los princi­pales acontecimientos políticos a lo largo del mundo. En todos estos escri­tos presentó una perspectiva clara desde el punto de vista del proletariado. Esto los distinguió de todas las otras variedades del socialismo, que resul­taron incapaces de dar respuestas reales a la constantemente cambiante situación mundial. Se estableció claramente la superioridad del marxismo sobre otras variantes del socialismo como una herramienta práctica para conocer y cambiar el mundo.

Al mismo tiempo, Marx y Engels trabajaron enérgicamente para unir a las débiles y fragmentadas organizaciones de la clase obrera. La Liga de los Co­munistas, que tuvo su centro principal en Alemania, se enfrentó a la severa represión de la policía Prusiana. Muchos de sus miembros en Alemania fueron puestos tras las rejas y la propia organización se disolvió finalmente en noviembre de 1852. Durante el largo período de reacción tras el fracaso de la Revolución de 1848, Marx y Engels trataron continuamente de reor­ganizar y revitalizar el movimiento de la clase obrera. Además de escribir y publicar ampliamente sus obras, mantuvieron contacto permanente con las organizaciones de la clase obrera de varios países, particularmente In­glaterra, Francia y Alemania. Su esfuerzo permanente buscaba conformar una organización internacional de la clase obrera y fundar partidos prole­tarios independientes en los países industrialmente desarrollados.

El principal trabajo respecto a esto fue hecho por Marx. Trabajó durante todo este período en condiciones muy difíciles. Después de haber sido expulsado por los gobiernos de varios países, incluso después de que Marx se estableció en Londres, estuvo bajo la vigilancia constante de la policía secreta, especialmente de la policía Prusiana. Además de la re­presión política, la situación económica de Marx siempre fue muy mala. Debido al pobre y desorganizado estado del movimiento obrero revolu­cionario en ese momento, no estaban en condiciones de apoyarlo como un servidor a tiempo completo. Así, su única fuente de ingresos era el pequeño pago por artículo que obtenía por escribir para un periódico es­tadounidense The New York Tribune. Esto era, por supuesto, totalmente insuficiente para la gran familia de Marx. De este modo se enfrentaron a la pobreza constante, a la deuda e incluso a la inanición. Muchas veces los artículos domésticos tuvieron que ser empeñados para proporcionar alimentos. Marx tuvo seis hijos, pero sólo tres sobrevivieron más allá de la infancia. Cuando su hija murió, el entierro tuvo que ser retrasado por algunos días hasta que se reuniera algún dinero para el funeral. Marx se vio enfrentado a constantes enfermedades graves, contra las que tuvo que luchar para completar su trabajo.

Frente a todas estas dificultades económicas, el apoyo principal para la familia Marx fue Engels. Tras el fracaso de la Revolución de 1848, Engels se vio obligado a tomar un trabajo en la empresa de su padre en Manches­ter. Trabajó allí durante veinte años, primero como funcionario y luego, durante los últimos cinco años, como socio de la empresa, hasta 1869. Durante este período tuvo un ingreso considerable, con el que ayudaría regularmente a Marx.

Sin embargo, la ayuda de Engels no era meramente económica. A pesar de que no tenía mucho tiempo libre a causa de su trabajo, puso todos sus es­fuerzos para continuar sus estudios y ayudar a Marx. Ellos mantenían una correspondencia regular y constantemente intercambiaban ideas. Marx siempre consultó a Engels sobre las cuestiones más importantes, particu­larmente en las decisiones sobre el movimiento obrero internacional.

Sus esfuerzos finalmente dieron frutos en 1864 con la formación de la Asociación Internacional de los Trabajadores - la Primera Internacional. Marx pronto se convirtió en su líder y fue el principal responsable de la elaboración de su primer programa y constitución. Sin embargo, el pro­grama de la Internacional, no contenía las palabras fuertes del Manifiesto Comunista. La Primera Internacional, a diferencia de la Liga de los Comu­nistas, no era una organización limitada a pequeños grupos de revolucio­narios. De hecho, muchas de las secciones de la Internacional, en especial las de Inglaterra y Francia, representaban organizaciones con una gran masa de obreros afiliados. Sin embargo, la mayoría de estas organizaciones no tenían una comprensión clara y correcta. A pesar de que estaban com­puestas predominantemente de obreros, el nivel de conciencia era normal­mente inferior al de los revolucionarios de la Liga de los Comunistas. Por lo tanto, el programa y los estatutos tuvieron que ser formulados teniendo esto en mente. La línea correcta debía ser presentada de una manera acep­table a las organizaciones miembros de la Internacional. Marx, con su gran profundidad ideológica y experiencia organizativa práctica, era en ese mo­mento la única persona capaz de redactar estos documentos y, por lo tanto, se le asignó esta tarea. En los años siguientes también fue él quien redactó todos los documentos más importantes de la Primera Internacional.

Fue así como sólo el Marxismo podía proporcionar la perspectiva ideo­lógica, política y organizativa para la Primera Internacional. La apli­cación de esta perspectiva significaba lucha constante contra las diversas tendencias anarquistas y oportunistas que surgían dentro del movimiento. Entre otras cosas, los anarquistas se opusieron a una organización fuerte, mientras que los oportunistas se opusieron a una lucha decidida. Luchan­do contra ambas desviaciones, Marx y Engels trabajaron para construir la Internacional en una organización de masas para la lucha, uniendo a los obreros tanto en Europa como en América. En esto tuvieron éxito en gran medida, dirigiendo al mismo tiempo la formación de partidos proletarios independientes en muchos de los países industrializados del mundo.

Para cuando aconteció la histórica Comuna de París en 1871 el marxis­mo había avanzado muy lejos desde su situación en el momento de la Revolución de 1848. El marxismo ya no se mantuvo meramente como una de las tendencias del socialismo. Las variantes iniciales del socia­lismo utópico habían sido barridas por la historia y sólo el marxismo había alcanzado una plena significación práctica. El marxismo tam­bién ya no se limitaba a pequeños grupos, sino que se había convertido en un fenómeno de masas. Su influencia se extendió a los movimientos proletarios de varios países industrializados. Proporcionó la dirección ideológica a los partidos proletarios independientes. Encabezó un mo­vimiento proletario de masas que había comenzado a desafiar a la bur­guesía. El marxismo había fundido sus vínculos con las grandes masas de la clase obrera.

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