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El materialismo dialéctico e histórico

 

6. LAS FORMULACIONES BÁSICAS DE LA FILOSOFÍA MARXISTA: EL MATERIALISMO DIALÉCTICO E HISTÓRICO

Como hemos visto en varias ocasiones previamente, Marx y Engels siem­pre insistieron en que toda la filosofía debe ser práctica y vinculada al mundo real. Esto se expresó de la manera más clara por Marx en su fa­mosa frase: “Los filósofos no han hecho más que interpretar de diversos modo el mundo, pero de lo que se trata es de transformarlo” [1]. Con esto, Marx daba a entender que no quería sentarse en una montaña y meditar acerca de las cosas sobrenaturales. No veía mucho sentido en el pensamiento y la contemplación, a menos que se relacionara con el mundo práctico. Su bús­queda básica fue tratar de entender cómo el mundo estaba cambiando y participar en la práctica real para cambiar el mundo y la sociedad actual. Él, por lo tanto, estaba interesado en una filosofía que se aplicaría en la práctica social.

Con este propósito, Marx tuvo que tomar una posición con respecto a la división básica en toda la filosofía – la división entre el idealismo y el materialismo. Esta división está relacionada con la pregunta fundamental acerca de qué es primordial: el espíritu o la naturaleza. Los que toman po­sición por que el espíritu es primordial pertenecen al campo del idealismo, mientras que los que toman posición por que la naturaleza es primordial pertenecen al campo del materialismo. El idealismo está siempre conec­tado de una u otra forma a la religión. Siendo hombres prácticos, que estaban absolutamente en contra de las creencias religiosas, era natural que Marx y Engels establecieran la filosofía marxista firmemente en el campo del materialismo.

Al hacerlo, sin duda fueron influenciados y ayudados por los escritos de Feuerbach y otros filósofos materialistas de la época. Sin embargo estos filósofos eran materialistas mecanicistas, que entendían la naturaleza y la sociedad como una máquina que sólo gira y gira sin ningún desarrollo o cambio real. Marx rechazó el materialismo mecanicista, pues no da ninguna comprensión del cambio histórico y el desarrollo.

Para esto Marx tuvo que recurrir a la dialéctica, que es la ciencia de las leyes generales del movimiento. La esencia de la dialéctica es que en­tiende las cosas en sus interconexiones y contradicciones. Así, la dialéc­tica fue capaz de proporcionar la ciencia del desarrollo que Marx sabía era necesaria para cambiar el mundo.

En ese momento la filosofía y leyes de la dialéctica de Hegel (que Marx estudió profundamente) eran las más avanzadas de Europa. Pero Hegel había desarrollado sus leyes  filosóficas de una manera idealista, haciéndo­las sólo aplicables al campo del pensamiento. Permaneció en el campo del idealismo y se negó a reconocer que la naturaleza y el ser social material son primero, y el espíritu y las ideas son secundarias. Hegel no aceptaba que su sistema de pensamiento en sí era producto de la evolución de la sociedad humana a una determinada fase. Se negó a entender que sus le­yes del pensamiento eran ellas mismas reflejo de las leyes de la naturaleza y la sociedad. Por lo tanto, como decía Marx, la dialéctica de Hegel, por ser idealista, estaba puesta cabeza abajo – eso significa que era absurda e ilógica. Marx puso la dialéctica de Hegel sobre sus pies – eso significa que la hizo racional – poniéndolo sobre la base del materialismo. Marx tomó las leyes de la dialéctica de Hegel y les dio el enfoque de la filosofía ma­terialista. Hizo de las leyes del pensamiento de Hegel también las leyes de la naturaleza y la sociedad. De esa manera formuló el materialismo dialéctico, que es la esencia de la filosofía marxista.

Al dar a la dialéctica una base racional y materialista, Marx la transformó en una filosofía de la revolución. Marx y Engels aplicaron el materialismo dialéctico al estudio de la sociedad y de la historia y así descubrieron la concepción materialista de la historia. La concepción materialista de la historia fue una manera nueva y revolucionaria de entender la sociedad y el cambio social. Explicó la base de los cambios sociales y las revo­luciones políticas no como una invención de los cerebros de algunos hombres brillantes, sino como el producto de los procesos internos de la sociedad. Mostró a todos los revolucionarios que el camino hacia la transformación social radicaba en la comprensión de la sociedad misma y, en consecuencia, en la formulación de las ideas que produzcan el cambio. 

El punto de partida de la concepción materialista de la historia es el nivel de desarrollo de las fuerzas productivas materiales, es decir, herramien­tas, maquinaria, habilidades, etc. Dice Marx que, de acuerdo a la etapa de desarrollo de las fuerzas productivas, se tienen determinadas relaciones de producción, es decir, relaciones de propiedad y de control sobre los medios de producción. Así, por ejemplo, las fuerzas productivas atrasadas como el arado de madera y los molinos manuales impulsados por animales o el viento nos dan lugar a relaciones [de producción] feudales; las fuerzas productivas modernas, como tractores, cosechadoras, etc., cuando están muy extendidas, dan lugar a las relaciones de producción capitalistas. Es­tas relaciones de producción constituyen la estructura económica de la sociedad o la base económica de la sociedad.

Sobre la base económica de la sociedad surge una superestructura ju­rídica y política con determinadas formas de conciencia social. Ade­más, Marx dice que es el modo de producción (que consta de las fuerzas productivas y las relaciones de producción) lo que condiciona la vida social, política y espiritual en general. Así, por ejemplo, el modo de pro­ducción feudal da lugar a la opresión muy severa de las mujeres y las castas más bajas y un sistema político muy poco democrático, el modo de pro­ducción capitalista, por otro lado, reduce la opresión social y trae algunos derechos democráticos burgueses.

En cierta etapa en el desarrollo de las fuerzas productivas, éstas entran en contradicción con las relaciones de producción existentes. Estas viejas relaciones de producción comienzan a frenar el desarrollo de las fuerzas productivas. A menos que se cambien estas relaciones de producción, las fuerzas productivas no pueden desarrollarse. Este período en el que las relaciones de producción empiezan a actuar como freno para el desa­rrollo de las fuerzas productivas es el comienzo de una época de revolu­ción social. Se necesita una Revolución para cambiar las relaciones de producción, es decir, la relación entre las diversas clases de la sociedad. Una vez que esto sucede y las relaciones de producción o de propiedad se rompen, es decir, se cambia la base económica, el cambio en toda la superestructura sigue con bastante rapidez.

Esta concepción materialista de la historia fue el primer gran descubri­miento de Marx, que hizo en 1844-1845. Fue la base sobre la que se cons­truyeron los otros grandes pilares de la teoría marxista.

En años posteriores, Marx, Engels y otros maestros marxistas desa­rrollaron aún más la filosofía marxista. Sin embargo, su esencia man­tuvo los principios básicos del materialismo dialéctico e histórico antes mencionado.

[1] Marx. Tesis sobre Feuerbach.

Link de descarga del texto completo: Curso Básico de Marxismo-Leninismo-Maoísmo

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