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Las condiciones socioeconómicas que llevaron al nacimiento del marxismo

Continuando con el ciclo de formación política publicamos el capitulo 3 del texto base.
Link de descarga del texto completo: Curso Básico de Marxismo-Leninismo-Maoísmo

Imagen: Niños obreros ingleses en la época de la Revolución Industrial

3. Las condiciones socioeconómicas que llevaron al nacimiento del marxismo

Como veremos más adelante, el marxismo nos enseña que todas las ideas o teorías siempre son producto de las condiciones materiales. Apenas aparecen nuevas condiciones materiales, nuevas ideas y teorías están obligadas a sur­gir. Esta verdad se aplica también al marxismo. Así, para entender mejor el marxismo, debemos intentar conocer las condiciones materiales, esto es, las condiciones socioeconómicas en las que Marx y Engels crearon el marxismo.

El marxismo surgió hace más de 150 años, alrededor de 1840. Se estableció primero en Europa, que en ese entonces dominaba el mundo entero eco­nómica, política y militarmente. La dominación europea del mundo era tal, que casi todas las civilizaciones anteriormente avanzadas como India, Chi­na y Persia fueron subordinadas a ésta. Marx y Engels nacieron y vivieron en algunas de las zonas económicamente más avanzadas de Europa en el momento en que desarrollaban las ideas del marxismo. Ellos observaron, participaron y fueron influenciados por todos los principales eventos políti­cos de su época. Así, para entender cómo es que nace el marxismo, primero tendremos que echar una mirada a la Europa de aquellos tiempos y ver los principales factores en la situación socioeconómica de entonces.

1) El factor más importante fue la Revolución Industrial, que duró aproxi­madamente desde 1760 a 1830 y, aunque ocurrió principalmente en Ingla­terra, su influencia abarcó el mundo entero. La Revolución Industrial se lla­mó así porque fue durante estos setenta años que el mundo vio por primera vez el explosivo y revolucionario aumento en el desarrollo industrial. Fue en este tiempo cuando las modernas y grandes fábricas se instalaron y crecieron a un ritmo acelerado, particularmente en Inglaterra. Junto con ello, ocurrió una tremenda expansión del mercado mundial que envió bienes manufac­turados por Inglaterra a todos los rincones del mundo. Aunque otros países como Francia, Holanda y zonas de Alemania y de Estados Unidos también instalaron sendas fábricas, este período fue marcadamente dominado por Inglaterra. Su dominación fue tal que se le llamó ‘el taller del mundo’, ya que proveía de bienes manufacturados a todos los países.

La Revolución Industrial transformó a la clase capitalista. Esta clase antes no era tan fuerte, sino que era una clase media (se le llamaba ‘burguesía’ porque bourgeois, en francés, significa clase media). Pero, con la Revolu­ción Industrial, esta clase media se transformó en una clase de millonarios de la industria – la burguesía industrial moderna. Las inéditas riquezas de esta nueva clase le otorgaron la fuerza para desafiar poderosamente a las clases feudales que, hasta entonces, aún eran las clases dominantes.

Junto a la moderna burguesía industrial, la Revolución Industrial también dio vida a otra clase – la clase de trabajadores industriales modernos o proletariado. Esta clase, formada por obreros que trabajaban reunidos por miles en enormes fábricas, también se diferencia de los obreros de antaño, que trabajaron en grupos pequeños, en pequeños talleres. Los proletarios modernos no poseían nada más que su fuerza de trabajo pero contaban con una fuerza y una confianza que no conocieron las generaciones ante­riores de trabajadores y obreros. Esta fuerza provenía de su contacto con la industria moderna, de su disciplina aprendida del sistema de las fábricas y de su organización superior debido al gran número reunido en una sola fábrica, bajo un mismo techo. Su posición dentro de la sociedad los con­formó como la fuerza potencial más revolucionaria en la historia.

2) Otro factor importante fue que la situación política en Europa en aquellos tiempos estuvo dominada por una oleada de revoluciones democrático-burguesas dirigidas por la clase capitalista en ascenso, de las cuales la más importante fue la Revolución Francesa de 1789. La Revolución Francesa no sólo provocó cambios muy radicales en Francia, también condujo a las Guerras Napoleónicas, en las que los ejércitos de la burguesía francesa conquistaron casi la totalidad de Europa e introdujeron reformas burguesas para abolir el feudalismo dondequiera que fueron. Fueron éstos quienes asestaron un golpe mortal a los reyes y a las viejas clases feudales. Aunque los ejércitos franceses fueron derrotados más tarde, las viejas clases dominantes nunca lograron recuperar su posición anterior. La burguesía moderna continuó su ola revolucionaria con numerosas revoluciones burguesas, las que resultaron en la derrota definitiva de las clases feudales y en la victoria del capitalismo como sistema mundial.

Así tanto en los planos económico y político, el período de nacimiento del marxismo fue un periodo de grandes avances y victorias para la clase capitalista, con las que consiguió establecer su dominio completo en los países más avanzados y dominantes del mundo.

3) Aunque este fue el período de mayores avances para la burguesía, el principal factor que dio a luz al marxismo durante este período fue la elevación de la conciencia de la clase obrera y de las organizaciones y movimientos proletarios que señalaron el surgimiento del proletariado como una fuerza independiente y consciente.

El surgimiento de un proletariado con conciencia de clase tuvo lugar pri­meramente en Inglaterra y Francia. Esto se debió principalmente por la temprana extensión de la industria moderna en estos dos países. La ex­tensión de la industria moderna, a la vez que traía gran riqueza para la burguesía, significaba condiciones de trabajo y de vida más inhumanas para la clase obrera. Casi tres cuartas partes de la fuerza laboral estaban compuestas por mujeres y niños, pues eran trabajadores más baratos y más fáciles de controlar para los capitalistas. Los niños de la edad de seis años en adelante se veían obligados a trabajar catorce a dieciséis horas en las hi­landerías. A medida que la burguesía acumuló más y más riqueza, los tra­bajadores cayeron más y más en la miseria. Mientras que los propietarios de las fábricas de tela multiplicaron sus capitales muchas veces, los salarios de sus tejedores se redujeron a una octava parte de lo que obtenían antes.

Así, las condiciones del proletariado eran tales que la rebelión no sólo era posible, sino casi obligatoria. Los primeros estallidos fueron espontáneos, sin una dirección clara. Un ejemplo fue el movimiento de destrucción de máquinas de 1810 a 1811 en Inglaterra, donde grupos de tejedores ataca­ron a las fábricas textiles y destruyeron cualquier maquinaria que tuvieran a la mano. Este fue su método de protestar contra la industria moderna que estaba destruyendo su propia subsistencia. Tales protestas, que no te­nían una dirección clara y fueron severamente reprimidas, se extinguieron rápidamente.

Lo que siguió fue la expansión y el crecimiento del movimiento obrero y las organizaciones obreras que dieron respuesta y dirección al proletaria­do en lucha. Las agrupaciones anteriores, que habían estado restringidas a los trabajadores calificados, a partir de 1818 comenzaron a reunir a todos los hombres que trabajaban juntos en lo que entonces se denominó ‘sin­dicatos de oficios generales’. A medida que estos sindicatos comenzaron a crecer en Inglaterra, comenzó a surgir un movimiento por un sindicato a nivel nacional. Este se formó y hacia 1833-1834 alcanzó los 500.000 miembros. Además de los sindicatos, los obreros también comenzaron a organizarse en cooperativas y mutuales. En otros países donde los sindica­tos fueron prohibidos, estas fueron las principales formas de organización de la clase obrera, las cuales también crecieron en número y fuerza.

A medida que las organizaciones obreras comenzaron a crecer, los obreros en Gran Bretaña lanzaron el movimiento cartista en 1837, exigiendo de­rechos electorales. Este fue el primer movimiento proletario revolucio­nario, amplio, verdaderamente de masas y políticamente organizado. Se utilizó el método de peticiones masivas al parlamento, un tanto simi­lares a las campañas de firmas que a veces se organizan en la actualidad. Estas peticiones reunieron hasta cinco millones de firmas. Algunas de las manifestaciones cartistas tenían 350.000 participantes y demostraban la fuerza organizada de la clase obrera. Sin embargo, cuando el movimiento creció en fuerza y adhesión debió enfrentar una severa represión y fue suprimido en 1850. Durante la década de 1840, mientras Engels estuvo alojado en Manchester (Inglaterra), mantuvo un estrecho contacto con los líderes revolucionarios cartistas, así como con su semanario The Northern Star [La Estrella del Norte] y fue influenciado por el movimiento cartista.

La creciente adhesión del movimiento obrero en este período también dio lugar a los primeros levantamientos obreros que fueron reprimidos brutalmente. Ejemplos de estos fueron los levantamientos en Londres en 1816 y Manchester en 1819, los levantamientos de los obreros de la seda de Lyon (Francia) en 1831 y 1834 y el levantamiento de los tejedores de telares manuales de lino de la Silesia Prusiana en Alemania (hoy parte de Polonia) en 1844. Este último tuvo un fuerte impacto en toda Alemania, así como en el joven Marx.

Hacia la década de 1840 el movimiento proletario fue creciendo rápida­mente en fuerza e intensidad en muchos países industrializados. Sin em­bargo, todavía era muy débil y no estaba aún en situación de representar una amenaza para la gran burguesía ni para las viejas clases feudales en el poder. Sin embargo, el surgimiento del proletariado como una fuerza de clase independiente fue un acontecimiento de importancia histórica mun­dial. El surgimiento de la existencia material del proletariado significó al mismo tiempo el nacimiento de las ideas que representan a esta nueva cla­se revolucionaria. De esta manera, muchas ideas y teorías que decían re­presentar los intereses de la clase obrera surgieron también. El marxismo, cuando fue formulado por primera vez en la década de 1840, era sólo una más. Sin embargo, aunque muchas teorías surgieron de las mismas con­diciones económicas, sólo el marxismo entregó las herramientas para entender correctamente estas condiciones y también para cambiarlas. Por lo tanto, en los años siguientes, sólo el marxismo demostró ser la verdadera ideología proletaria.

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