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Apuntes sobre la victoria del pueblo de Afganistán

Imagen: RR.SS.

Tras 20 años de guerra de resistencia nacional el pueblo afgano ha derrotado la invasión militar norteamericana y de la OTAN. Se trata de un acontecimiento histórico de gran trascendencia porque demuestra una vez más que el imperialismo yanqui no es invencible como nos pretende hacer creer y que ni con todo su poderío militar pudo doblegar la resistencia de un país del tercer mundo.

En octubre de 2001 G. Busch ordenó la operación denominada “Libertad duradera”, significando la invasión militar de Afganistán bajo pretexto de que el régimen talibán, gobernante entonces, albergaba a la organización Al Qaeda autora de las acciones militares que golpearon el corazón mismo del imperialismo yanqui y el capitalismo mundial con los ataques a los torres gemelas en New York y el edificio del Pentágono, acciones que la historiografía burguesa registra como “atentados del 11S”.

Los imperialistas no previeron que al invadir aquel país y tras derrocar al régimen talibán se encontrarían con la tenaz resistencia del pueblo que durante estos 20 años no cesó ni un momento su lucha contra los invasores. Los norteamericanos se vieron empantanados en un conflicto donde la mayoría de la población local les era hostil y cuyo régimen títere se había hundido en la corrupción y la dependencia financiera.

El coste económico de la guerra para los imperialistas asciende a los 2 billones de dólares sacados de los bolsillos de los contribuyentes norteamericanos (de los cuales el 1% fue destinado a la “reconstrucción” del país y el resto al gasto militar), sin contar el coste social al interior mismo de la sociedad norteamericana.

Las cifras de bajas sufridas por los invasores y colaboradores y reconocidas oficialmente son las siguientes: miembros del ejército estadounidense muertos: 2455; contratistas muertos (entiéndase, mercenarios de empresas privadas tales como Academi-Blackwater y otros): 3.846; heridos en acción: 20,722; otros miembros de las fuerzas aliadas muertos, incluidos de la OTAN: 1.145; militares y policías afganos pro-norteamericanos muertos: 66.000. [1]

Mientras los imperialistas huían, por su parte, el Talibán, organización basada en la interpretación conservadora del islam y cuya composición social está integrada básicamente por campesinos pobres y estudiantes al nivel de las bases y, señores feudales y señores de la guerra ultrareaccionarios en las cúpulas; ha tomado en prácticamente dos semanas la mayoría de las ciudades del país bajo su control.

Durante el curso de la guerra, el talibán como parte de la resistencia nacional, había replegado sus acciones de lucha guerrillera hacia las montañas, ocasionando constantes bajas a las fuerzas imperialistas y pro-norteamericanas, causando la deserción y el cambio de bando entre muchos soldados afganos. 

Cuando cayó el régimen títere pro-norteamericano prácticamente nadie salió a defenderlo, esto por ser bastante impopular entre las masas, así es como se explica en parte la fácil toma del poder por el talibán y casi sin resistencia interna. El régimen se había hundido en la corrupción al igual que el ejército afgano organizado, armado y financiado por los yanquis que,  desmoralizado y en desbande, entregó las ciudades sin luchar al verse huérfano del asesoramiento y protección aérea norteamericanos.

Los yanquis en su huida dejan un país destrozado. Prometieron llevar la “democracia” occidental, la modernización del país, el fortalecimiento de sus instituciones, etc., y nada de esto consiguieron. Hoy dejan un país en ruinas, a más de miles de crímenes de lesa humanidad cometidos contra civiles, como torturas, desapariciones, asesinatos, secuestros, masacres, etc.

En su huida sufrieron 2 explosiones en la puerta del aeropuerto de Kabul, acciones reivindicadas por ISIS-K y que liquidaron a 13 soldados norteamericanos y 120 colaboradores del régimen títere que se agruparon a la espera de ser evacuados, es decir, escapando de posibles represalias del talibán por su rol jugado en favor de los invasores.

Los monopolios de la prensa burguesa ocultaron convenientemente el hecho de que una guerrilla campesina guiada por una ideología religiosa-conservadora, y, sin embargo, con gran apoyo entre las masas populares, haya derrotado a quienes se jactan de ser la primera potencia militar del mundo.

La narrativa de la prensa burguesa presentan la salida norteamericana como una gran tragedia que recae sobre el país, y, haciendo gala de su mentalidad colonial y racista presentan los hechos enfatizando aquellos aspectos de la idiosincrasia afgana que, a sus ojos occidentales, les parecen como propias de "barbaros" y “salvajes”. La evidente opresión en que viven las mujeres afganas, y que bajo el régimen del talibán se ahondará terriblemente, es denunciada como si en el occidente capitalista la situación de la mujer fuera absolutamente diferente.

El imperialismo se hunde haciéndose cada vez más parasitario y reaccionario.

Los acontecimientos de Afganistán agudizarán las contradicciones entre imperialistas por el control de la región. Hay que resaltar el hecho de que ni el socialimperialismo chino ni el imperialismo ruso han retirado sus representaciones diplomáticas. China ya ha adelantado conversaciones con el talibán y ha enviado mensajes de posibles "colaboraciones" en materia económica y el incremento de inversiones sumadas a las que ya tiene en el país como parte del proyecto expansionista de la llamada nueva ruta de la seda. EEUU tampoco ha salido del todo.  En una cláusula de los Acuerdos de Doha, que es el acta de rendición norteamericana suscrito en la gestión Trump, claramente se especifica que el talibán al recibir el gobierno respetará los intereses norteamericanos en la región.

Con la huida del ejército yanqui el país pasa de ser colonia a semicolonia, solo la revolución de Nueva Democracia ininterrumpida hacia el socialismo y dirigida por la vanguardia proletaria en alianza con el campesinado pobre y las amplias masas populares conquistará la verdadera independencia nacional. No obstante, la victoria del pueblo de Afganistán es una gran lección que demuestra que todos los imperialistas y sus lacayos son tigres de papel condenados a la derrota, y que la historia y el futuro de la humanidad le pertenecen a los pueblos.

Notas.-

[1] Datos de Los Ángeles Times: El costo de la guerra en cifras. Abril. 2021.

*   *   *


Cita del Presidente Mao Tsetung: 

“Cuando el imperialismo desata una guerra de agresión contra un país así, las diferentes clases de éste, excepto un pequeño número de traidores, pueden unirse temporalmente en una guerra nacional contra el imperialismo. Entonces, la contradicción entre el imperialismo y el país en cuestión pasa a ser la contradicción principal, mientras todas las contradicciones entre las diferentes clases dentro del país (incluida la contradicción, que era la principal, entre el sistema feudal y las grandes masas populares) quedan relegadas temporalmente a una posición secundaria y subordinada. (…)

“En otras circunstancias, sin embargo, las contradicciones cambian de posición. Cuando el imperialismo no recurre a la guerra, sino a medios relativamente moderados, medios políticos, económicos y culturales, para llevar adelante su opresión, la clase dominante del país semicolonial en cuestión capitula ante el imperialismo y forma con él una alianza para oprimir conjuntamente a las masas populares. En esas circunstancias, las masas populares suelen recurrir a la guerra civil contra la alianza del imperialismo y la clase feudal, en tanto que el imperialismo emplea a menudo métodos indirectos, y no la acción directa, para ayudar a los reaccionarios de dicho país a oprimir al pueblo, y así las contradicciones internas se vuelven particularmente agudas. (…)”

(Sobre la Contradicción. 1937).

 

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