Julián Apaza Nina,
también conocido como Túpac Katari, nació en 1750 en la localidad de Ayo Ayo.
Conoció desde muy pequeño la explotación y opresión que recaía sobre nuestro
pueblo producto de la colonización española.
Asume el nombre de
guerra de Túpac Katari después del asesinato del Inca Túpac Amaru II quien
meses antes se había insurreccionado en la región del Cuzco; y también, en
memoria de los hermanos Tomás, Damaso y Nicolas Katari que lideraron la
insurrección de Chayanta del mismo año.
Katari encabezó el
momento más radical y cruento de la rebelión andina de los años 1780 y 1781.
Cercó en dos ocasiones la ciudad de La Paz, provocando innumerables bajas al
enemigo, enfrentando a los ejércitos realistas en reiteradas ocasiones y
saliendo vencedor en las diferentes batallas. Durante el levantamiento logró
organizar un ejército indígena-campesino de 40.000 combatientes. Su movimiento
buscaba la liberación total de los pueblos oprimidos por las fuerzas
coloniales.
Durante el segundo
cerco a la ciudad de La Paz es apresado a causa de la traición uno de sus
colaboradores, siendo juzgado y condenado a muerte.
El 15 de noviembre
de 1781 fue ejecutado en Peñas. Algunos historiadores afirman que antes de su
muerte le fue cortada la lengua para evitar que arengara a las masas en sus
últimos momentos, sin embargo, la narrativa popular y la mística construida
alrededor de su memoria le atribuyen la frase “Naya saparukiw jiwyapxitaxa nayxarusti,
waranqa, waranqanakaw tukutaw kut'anipxani...." (A mí solo me mataran,
pero mañana volveré convertido en millones). Ese día fue descuartizado y sus
restos expuestos por diferentes localidades de la región para escarmiento de
las masas, no obstante, la rebelión continuaría por mucho tiempo.
A 239 años de su
inmolación reivindicamos su memoria y legado político. Túpac Katari y Bartolina Sisa son símbolos de lucha de nuestro pueblo a pesar de la manipulación oportunista que el MAS hace con sus nombres.
Nuestra sociedad ha
devenido de colonia en semicolonia y de feudal en semifeudal, erigiéndose sobre
esta base -desde finales del siglo XIX- un capitalismo enfermo y tardío impulsado
por el imperialismo, esto es, un capitalismo burocrático.
Por tanto, barrer las tres montañas que oprimen a nuestro pueblo: la semifeudalidad, el capitalismo burocrático y la opresión imperialista significa necesariamente retomar el camino iniciado por Túpac Katari, hoy especificado en la estrategia de la revolución agraria, la revolución del campo a la ciudad.
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